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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

jueves, 18 de abril de 2013





No existe lo que llamamos objetividad. No existen los absolutos. El rostro de tu peor enemigo puede ser el de mi mejor amigo. Algo que parece una tragedia para alguien puede contener la semilla de una magnífica oportunidad para otro. Lo que separa de veras a las personas alegres u optimistas de las que están sumidas en la desdicha es la forma de interpretar y procesar las circunstancias de la vida. 

¿Qué es el sufrimiento? Yo creo que el sufrimiento no es más que una discusión con la realidad, una discusión con nuestra circunstancia... y no la propia circunstancia en si. La circunstancia no es mala, es inerte... no tiene vida, no piensa, no decide, simplemente está ahí como la hoja que está en el árbol. Somos nosotros los que "somos malos" con nosotros mismos.
Del mismo modo que nos negamos a aceptar un suceso y discutimos con él, podemos aceptarlo, amarlo y aprender de él.
¿Qué sentido tiene negarse ante algo que es como es? ¿Cuándo hemos decidido que es mejor llevarle la contraria a la naturaleza... y en vez de aceptar las cosas como son, negarse a aceptarlas y a demás lamentarse porque no sucede lo que creemos que debería suceder? ¿Quién decide qué es lo que debería suceder? Yo creo que lo que debería suceder es lo que sucede, porque por algo está sucediendo!
Es como si quisiéramos que un perro maullara y cada vez que lo intentamos sólo escuchamos que ladra. La realidad es que ladra, y si nos negáramos a aceptarla y sólo nos valiese que el perro maullara... qué terrible desdicha, que inevitable sufrimiento... ¿no es así? Sin embargo la realidad es que el perro ladra, y eso no es malo en si porque es lo que es, es nuestra discusión con la realidad la que nos haría daño.
Aquí podemos darnos cuenta de lo absurdo que parece el pensamiento "El perro DEBERÍA maullar" porque vemos que la realidad es que ladra y no nos parece mal en absoluto; pero es que el resto de circunstancias en la vida, aunque sean más complejas, no dejan de ser lo mismo. Y nuestro sufrimiento igual, una absurda discusión con la realidad.

El sufrimiento no es más que el apego a creencias no investigadas. Esto debería ser así, esto no es bueno, esto podría ser mejor... ¿Quién decide eso? Tú mismo, pero... ¿bajo qué criterio?
Nos han enseñado desde pequeños a estar siempre en discusión con la realidad, a crearnos expectativas falsas, a sufrir cuando no hay ninguna necesidad real de hacerlo.

No hay errores en la vida, sólo lecciones. No existe una experiencia negativa, si no una oportunidad para aprender. 

¡Qué generosa es la vida y no nos estábamos dando cuenta!





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