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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

martes, 1 de octubre de 2013


Todo el universo es energía. La teoría cuántica lo ha demostrado. Según ella, la materia no es más que energía condensada. Los átomos están formados por uno o varios electrones y por un núcleo compuesto de protones y neutrones. Los electrones no tienen masa, es decir, son energía en estado puro.
Los protones y los neutrones, en cambio, sí la tienen. Sin embargo, cálculos científicos han probado que si uniéramos todos los núcleos atómicos del universo cabrían en la cabeza de un alfiler, lo cual demuestra que la materia, por sólida que parezca, está vacía.
El hecho de que una sustancia nos resulte más o menos sólida es una cuestión de percepción. En realidad, nunca  llegamos a tocar nada verdaderamente. Cuando creemos rozar una mesa, por ejemplo, sus electrones y los de los átomos de nuestros dedos no entran en contacto. Si lo hicieran, estaríamos frente a una reacción química, algo que, obviamente, no sucede cuando pasamos la mano por su superficie. Así que la solidez de un objeto no es más que una impresión. Si pudiéramos contemplarlo a nivel subatómico, comprobaríamos que ese objeto, sea cual sea su naturaleza, está formado por ínfimas porciones de masa separadas por enormes espacios huecos. De hecho, cuando algo se nos antoja duro o, por el contrario, blando, lo que estamos percibiendo son energías con diferentes longitudes de onda.

En resumen, tanto nosotros como el mundo que nos rodea somos básicamente energía. 
¿No es maravilloso?


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