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Bienvenido al blog de Julia Jiménez Hens

jueves, 25 de diciembre de 2014


La mente no es sólo el pensamiento, también incluye las emociones y las reacciones inconscientes. Podríamos decir que la emoción surge cuando mente y cuerpo se encuentran. Es decir, las emociones son el reflejo de la mente en el cuerpo. Por ejemplo, un pensamiento hostil crea en el cuerpo una acumulación de energía que llamamos enfado, y el cuerpo se prepara para luchar.
Esto es muy liberador porque los sentimientos y las emociones derivan del pensamiento. Me siento triste, cansada, perdida o angustiada porque yo con mis pensamientos estoy preparando a mi cuerpo, mediante estas reacciones, para supuestas situaciones que suelen venir de recuerdos parados o de previsiones futuras, pero rara vez de vivir el momento.
Las emociones fuertes, derivadas de pensamientos incontrolados, pueden incluso producir cambios en la bioquímica corporal. Estos cambios bioquímicos son el aspecto físico o la materialización de nuestra emoción, y en último término, de nuestro pensamiento.
Si estás tan desconectado de tu conciencia que tu flujo de pensamientos es repetitivo, enfermizo y destructivo, probablemente tampoco seas capaz de percibir tus emociones. Una persona incapaz de abandonar el pensamiento para percibir tan sólo su conciencia y su quietud, es una persona que tampoco será capaz de sentir y ponerle nombre a sus emociones. Cuando no eres consciente de tus emociones acabas sintiéndolas en un plano puramente físico, como un problema o síntoma físico.
Un fuerte patrón emocional inconsciente, derivado de un pensamiento descontrolado y destructivo, llevará a la persona a la somatización en forma de estrés, depresión o ansiedad.

Le emoción es el reflejo de la mente en el cuerpo.

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